
La oficina en la mochila: nómadas digitales
Hace miles de años éramos nómadas. Vivíamos recorriendo el mundo, recolectando frutos y cazando. Luego, en algún momento, adaptamos el entorno: construimos casas, aldeas, ciudades. Construimos una nueva forma de vivir y nos volvimos sedentarios. Sin embargo, algo dentro de nosotros, un deseo tal vez ancestral, nos impulsa a seguir moviéndonos por el mundo. A este deseo le damos contentillo con vacaciones y cuando 15 días no son suficientes, hay quienes deciden romper con el sedentarismo, el trabajo y la zona de confort para viajar durante meses, incluso años.
Pero ¿qué pasa con el empleo, los ingresos, la estabilidad? Quienes se plantean vivir solo unas vacaciones recurren a los ahorros o a préstamos. Para otros, viajar se convierte en su estilo de vida ¿Cómo lo hacen posible?
Hablamos con Manuela de @emprendiendoentenis y Alberto de @eldiariodebeto quienes nos contaron cómo han conjugado su trabajo con los viajes alrededor del mundo.

Hay un punto de partida: sentirse libre. Al cabo de un par de años cumpliendo horario de oficina, es común experimentar el síndrome de desgaste profesional. La motivación empieza a desaparecer y en su lugar crece un sentimiento de ‘prisionero’ porque la vida laboral no cumple con las expectativas personales. En otros casos, simplemente se sabe desde el comienzo o desde muy temprano que la relación con la empresa va a ser corta porque el objetivo es ser independiente. Es el caso de Manuela, tras un año y medio de estar trabajando en el área de diseño de una empresa decidió renunciar para conseguir sus propios clientes. A los 3 meses, convertida en freelancer, viajó por Perú conociendo el país y trabajando en proyectos de diseño digital para sus clientes, al mismo tiempo. Esta combinación de viajar y trabajar le gustó tanto que se propuso hacerlo un mes al año fuera del país y el resto de meses, en diferentes lugares de Colombia.
Pero ¿se aprovecha realmente el viaje cuando se está trabajando a la vez? Manuela nos comenta: «Logro siempre trabajar la misma cantidad de tiempo que cuando era dependiente. Pero lo hago diferente. Madrugaba a las 5:00 a.m. y trabajaba hasta las 8:00 o 9:00 de la mañana. Luego, salía a conocer la ciudad hasta las 5:00 p.m. cuando regresaba al hostal para continuar trabajando. Pero, si sabía que tenía un plan en la noche, entonces, trabajaba toda la mañana […] Entendí que me tocaba viajar despacio. En Brasil viajé sin afán, no todos los días tenía que hacer ochocientas cosas».
Para Alberto se trata de darle tiempo a cada cosa: «Es cuestión de organizarse. Vivir una rutina diferente en un lugar diferente y esto realmente me permite integrarme con la cultura, con la vida cotidiana de otro lugar».
Alberto es diseñador de espacios. Estuvo vinculado con una compañía de proyectos inmobiliarios durante 5 años y aunque todo marchaba bien, siempre sintió que su lugar estaba en otro lado. A raíz de un recorte de personal, Alberto se retiró de la empresa para convertirse en freelancer, por recomendación de su mismo exjefe. Durante dos años hizo teletrabajo y una vez con los recursos suficientes y algunos clientes decidió irse de viaje por el mundo.

Es importante entender que la tecnología, los nuevos campos laborales y, recientemente, la pandemia, han impulsado que cada vez más personas trabajen desde sus casas o desde cualquier lugar sin necesidad de estar en una oficina o frente a frente con un cliente –físicamente hablando–. Para Manuela WhatsApp es un integrante más de su equipo así como lo son diseñadores, fotógrafos y programadores, entre otros, que hacen parte de EPT Laboratorio Creativo, su agencia de marketing y publicidad digital. Ella tiene claro que va a trabajar hasta los 45 años, por eso, su objetivo no es trabajar para viajar. Los viajes han sido consecuencia de la forma en que ha estructurado su empresa: «Me creé un trabajo que me permite viajar cuando yo quiero […] No todos mis ingresos están destinados a viajes».
Manuela hace la diferencia entre el viajero que no tiene claro para dónde va y que el deseo de seguir viajando es lo que justifica el trabajo, mientras que para ella, es su trabajo el que justifica los viajes. Por eso los estructura y planifica con tiempo. Muchas veces para, precisamente, coincidir con clientes o visitar prospectos.
Alberto también nos explica que tener clientes y desarrollar proyectos es la base para planificar los viajes. En su caso, un buen computador y una cámara es todo lo que necesita empacar para llevar su negocio a cualquier lugar del mundo. Claro, siempre y cuando exista internet. Esto lo ha obligado a modificar algunas veces la ruta de sus viajes: «Uno debe estar dispuesto a todo, aprender cosas nuevas y ver las oportunidades» En ocasiones, Alberto intercambia fotografías de comida, espacios o actividades de los hostels por días de estadía.
Ambos, treintañeros, concuerdan en que esta es una etapa de la vida que les ha permitido crecer, conocer otras culturas, abrirse a nuevas formas de ver el mundo. Pero en el futuro, tal vez asentarse, tener hijos, vivir en el campo y contemplar los mismos atardeceres podría ser la libertad anhelada.

Si bien, los viajeros de tiempo completo son quienes más definen al nómada digital, no es condición serlo para llevar el trabajo y los viajes de la mano. Hoy, más empresas implementan el teletrabajo. Incluso, algunas empresas envían a sus colaboradores a tener tiempo de vacaciones compartido con trabajo a través de hoteles que han adaptado su modelo de negocio para brindar espacios de CoWorking. Esta práctica ha demostrado que eleva la productividad y disminuye el síndrome de desgaste profesional. Hostels como Selina que cuenta con decenas de sucursales en el mundo –seis en Colombia– brindan un conjunto de características pensadas para largas estadías: zonas de CoWorking con internet de alta calidad, espacios para relajarse, actividades lúdicas y una carta con gran variedad, tanto para vegetarianos como para carnívoros. Este tipo de hoteles brinda un espacio para trabajar y al mismo tiempo disfrutar del lugar.

Es posible que digitales o no, nuestra esencia siga siendo nómada porque siempre estamos en busca de algo que nos haga sentir libres y difícilmente lo vamos a encontrar sentados en una oficina o inmersos frente a un televisor. Hay un deseo en los confines del mundo que atraviesa océanos, montañas, desiertos, ríos y como si fuera una conciencia, nos susurra: “empaca, te estoy esperando”.
Deja una respuesta